Muchas personas que conozco son personas altamente sensibles, y no lo saben
Hay muchos grados de sensibilidad y algunos de ellos son tan evidentes que repercuten claramente en la vida de la persona.
Es importante es importante ser conscientes de nuestro grado de sensibilidad. Porque esto afecta directamente a nuestra manera de ver y vivir la vida.
Al ser especialmente sensibles es importante darnos cada día un espacio de desconexión. Para poder integrar las emociones y las experiencias del día.
Si no te das ese espacio, llevas toda la tensión acumulada al sueño. Y entonces tu sistema tiene mucho trabajo por la noche. Y al día siguiente te sientes cansado, porque no has tenido un sueño suficientemente reparador. Esto se acumula día tras día y entonces pueden aparecer los síntomas físicos.
Cuanto más sensible eres, más importante es crear estos momentos de desconexión. Muchos de los síntomas físicos y emocionales, provienen de no darse unos momentos de desconexión diarios. Para que el sistema nervioso y todo el cuerpo vuelvan a su equilibrio interno.
Tu tiempo del silencio
Dedica unos minutos a estar en silencio
Sin móvil, ni ordenador simplemente descansando
Muchas veces necesitamos un descanso y nos ponemos a mirar pantallas. Pero eso no es descansar, tal vez desconectas de lo que estás haciendo, pero para tus ojos y tu cerebro eso no es un descanso.
La luz que emiten los ordenadores o móviles, va directamente a tus ojos y genera estrés interno.
Te propongo algo sencillo
Un descanso de cinco minutos con los ojos cerrados respirando tranquilamente.
Cierra los ojos, haz tres respiraciónes profundas.
Y Repite esta frase internamente 3 veces:
“Ahora, tengo un tiempo de descanso”
Observa tu respiración sin modificarla o forzarla. Durante 5 minutos.
Pasadlos estos minutos. Abre los ojos unos instantes y vuelve a cerrarlos.
Mantén en la memoria la imagen que has visto con los ojos abiertos.
Y repite esta frase 3 veces:
“Todo lo que está a mi alrededor está tranquilo”
Mantén la imagen que has observado. Cuando se difumine de tu mente vuelve abrir los ojos unos instantes.
Observa en esos pocos segundos lo que tienes delante.
Cierra los ojos, mantén en la memoria la imagen que has visto.
Y repite 3 veces.
“Estoy tranquilo”
Mantén en tu memoria la imagen.
Cuando se difumine vuelve abrir los ojos unos instantes. Cierra los ojos.
Y repite:
“Me siento tranquilo”
Vuelve a cerrar los ojos manteniendo la imagen en tu interior hasta que desaparezca.
Entonces haz una respiración profunda y abre los ojos.
Desconexión de las influencias externas
Esta meditación te va ayudar a que tu cuerpo sepa que puedes dejar ir. Que la jornada intensa de trabajo ha acabado y que puede entrar en un modo más calmado.
Con estos minutos de desconexión, das un precioso regalo a tu cuerpo.
Durante el día, estando activos y con ciertos niveles de estrés activamos el sistema simpático. Es el que te prepara para la acción.
Esto es positivo, pero consume grandes cantidades de energía, de ahí que muchos días llegues a la noche cansado y sobre cargado.
Tu sistema simpático, está activo todo el día. Si no le das información a tu cerebro, que le indique que ya se acabó la acción intensa continúan activas. Por este motivo hay personas que les cuesta dormir, que sienten ansiedad…
Cuando estás quieto y no haces nada, tu sistema parasimpático se activa y segregas hormonas de calma.
Estas hormonas ayudan a todo tu cuerpo especialmente al corazón, la respiración, y el sistema digestivo que son los primeros donde notamos el estrés. Estas hormonas ayudan a un funcionamiento más relajado y con menos gasto energético
Ser especialmente sensible es un regalo
Porque puedes percibir la vida y las relaciones desde el corazón.
A la vez tienes que recordar que es importante para el equilibrio de tu sistema buscar el equilibrio en las emociones y en los pensamientos.
Recordando siempre que ser sensible no es igual a ser frágil.
En mi propia experiencia he podido desarrollar mi sensibilidad y mi fortaleza. Siempre recordando que para mí es importante descansar conscientemente cada día de la maravillosa intensidad que implica vivir desde el corazón.